Nuestro proceso
Este es el proceso con el que elaboramos nuestros ibéricos, desde que se crían los cerdos hasta que os peleáis por la última loncha en la cena de Navidad.
Genética. De lo bueno, siempre lo mejor.
Hay muchos jamones en el mundo, pero si hay algo que separe un buen jamón de uno extraordinario es la genética del cerdo ibérico.
Muchos criadores trabajan con cerdos ibéricos de raza mixta, combinando cerdos de raza ibérica pura y cerdos blancos (por eso ves jamones 25% ibérico o 50% ibérico). Así pueden producir más por menos costes. ¿La pega? Los sabores, texturas y aromas son completamente distintos a los del cerdo 100% ibérico. Y hasta el paladar más desentrenado se daría cuenta.
Por eso, en Jamones Leandro seleccionamos nuestros cerdos minuciosamente conservando la pureza de la raza 100% ibérica para que tú te lleves a la boca un sabor 100% inigualable.
Vida. El santuario del cerdo ibérico.
En una finca del pequeño pueblo de Garciaz, Cáceres, nuestros animales viven a cuerpo de rey entre tierras privilegiadas: la dehesa extremeña.
La dehesa, el último bosque natural mediterráneo, es uno de los ecosistemas más ricos del paisaje ibérico. Lo tiene todo: clima, suelo, fauna, flora, más de tres hectáreas para cada cerdo, la interacción humana justa y necesaria (casi tenemos prohibido el paso, como si fuera el jardín del edén) y una tradición milenaria como origen de nuestro jamón.
El objetivo es que los cerdos puedan crecer libremente en este entorno único, rodeados de árboles centenarios, encinas y alcornoques (de los que obtienen la bellota) y pastos verdes que parecen no terminar nunca.
Durante la montanera, nuestros cerdos llegan a consumir una media de 9 Kg de bellota y alrededor de 3 Kg de pasto al día (además de otras hierbas, frutos silvestres, plantas aromáticas, frutos secos, etc.), y sin necesidad de probar un solo gramo de pienso.
Como los animales están moviéndose y buscando bellotas continuamente, la grasa de los alimentos se va infiltrando poco a poco en su musculatura, una capacidad única del cerdo ibérico y gracias a la que hoy tenemos ese clásico veteado en los jamones.
Vamos, que si combinas una alimentación natural y un entorno que parece el santuario del cerdo ibérico…
Nuestros cerdos probablemente comen y viven mejor que nosotros.
Tradición y artesanía. El buen jamón, en buenas manos.
Lo dijimos una vez y lo diremos mil veces más. La tradición no se hereda, hay que ganársela, conquistarla y preservarla. Porque el jamón ibérico de bellota es un icono de la cultura gastronómica española y ha sido un protagonista indiscutible del paisaje de Extremadura desde que el hombre es hombre, así que merece ser tratado como tal.
Por eso, una vez tienes una materia prima de primera calidad, se necesitan los conocimientos, la destreza y las manos expertas de los productores que se han dedicado a la elaboración de jamón durante todas sus vidas.
Y nosotros lo dejamos en las manos de las gentes de Garciaz, Cáceres, el pueblo que acoge nuestra finca. De esta manera, promovemos el empleo rural, a la vez que elaboramos cada pieza de manera artesanal para continuar con la tradición.
En otras palabras, aunque nuestros jamones tengan 36 meses de curación, para llegar a tu plato han tenido que pasar siglos de historia.
Calidad ibérica, por partida doble.
No hay manera más segura para garantizar un gran jamón que respetando las normas de calidad. Y nosotros, por no quedarnos cortos, decidimos asegurar la calidad de nuestros jamones por partida doble.
Cada uno de nuestros ibéricos viene con doble sello de garantía: Denominación de Origen Protegida de la Dehesa de Extremadura y la Etiqueta Negra exclusiva del jamón de bellota 100% ibérico (jamones procedentes de cerdo 100% ibérico, criados en libertad en dehesas, alimentados con bellotas y otros frutos de la dehesa).
La mejor calidad es la que habla por sí sola. Y un solo bocado de estos ibéricos te dirá lo bien que sabe hacer las cosas bien.
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