¿Cuándo fue la última vez que descubriste un gran jamón… sin que te lo cuelen hasta en la sopa?
En el mundo ya hay demasiados jamones que aspiran a ser el mejor jamón del mundo… y muy pocos que se atrevan a ser el mejor jamón para una peculiar minoría.
Para sibaritas y para los que solo persiguen comer rico, como se ha comido toda la vida. Para los adictos a hacer regalos que te dejan con la boca abierta (literalmente). Para los que son fieles a las tradiciones pero, ante todo, son fieles a sí mismos.
Para los que cuestionan los sermones impuestos y prefieren salir a buscar el jamón que grite su nombre al mismo tiempo que tú pronuncias “bendito jamón” con tan solo el primer bocado.
Para todos vosotros, Jamones Leandro.
Bienvenido al santuario del jamón ibérico.
En un pequeño rincón de la Dehesa de Extremadura, una comarca con denominación de origen propia que garantiza una calidad fuera de lo normal en nuestros ibéricos, nace la filosofía de Jamones Leandro: que nuestra finca se convierta en un santuario del jamón ibérico.
No es una forma de hablar. Nos entregamos cada día para perseverar hasta el más mínimo detalle con respeto artesano, desde que se crían los cerdos hasta que os peleáis por la última loncha en la cena de Navidad.
Cada día, sin excepción, para continuar con una tradición que lleva poniendo el buen jamón sobre nuestras mesas durante siglos. Para compartirla contigo. Bocado a bocado.